Los mapuche tienen una concepción heroica de la vida y de la inmortalidad, bastante similar a la de los pueblos celtas y germanos, esta concepción es aristócrata, así el destino del alma de los fallecidos es el siguiente:
1°) Los héroes: Los guerreros muertos en combate, los miembros de la clase sacerdotal (en cualquiera de sus jerarquías), los fulminados por el rayo, etc., ascienden a los cielos y allí moran, manifestándose generalmente en las cimas de las montañas y, especialmente, en los volcanes. Desde los cielos estos difuntos, transformados en divinidades menores, idénticas a los héroes griegos o germanos, velan por el bienestar de la raza y particularmente por sus poblados .
2°) Los niños: Los que mueren prematuramente tienen un lugar especial en los inframundos y allí aguardan el momento propicio para completar en este mundo el ciclo vital interrumpido.
3°) Las mujeres de los héroes: Ellas siguen el camino de sus compañeros cuando aceptan una muerte heroica y se inmolan en la tumba de su hombre, mueren en el campo de batalla (cumpliendo funciones de apoyo) o son buscadas por el héroe en los inframundos de donde las saca y las lleva a los cielos.
3°) Las mujeres de los héroes: Ellas siguen el camino de sus compañeros cuando aceptan una muerte heroica y se inmolan en la tumba de su hombre, mueren en el campo de batalla (cumpliendo funciones de apoyo) o son buscadas por el héroe en los inframundos de donde las saca y las lleva a los cielos.
4°) El común: Los que mueren de viejos, al igual que los cobardes van a parar a alguno de los inframundos, donde llevan una existencia a la inversa de la terrestre: si robaron, serán robados; si calumniaron, serán calumniados.
5°) Variantes: Algunos héroes que no murieron en el campo de batalla, aunque sí en forma heroica, suelen tomar como morada el lugar donde se transmutaron en héroes.
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Las almas de los muertos comunes siempre van al Oeste, lugar donde el sol pasa al inframundo a través de una abertura o puerta (konweantü). Es la entrada o puerta del sol. Las almas deben recorrer un camino horizontal hacia el Oeste, y una vez llegadas a esta boca o puerta inician su viaje descendente hacia el inframundo. Los mapuche orientales ubican la morada de las almas en la cordillera o del otro lado de la misma; los occidentales en las zonas costeras; los de la costa del Pacífico en islas occidentales (como por ejemplo la isla Mocha).
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